El exposoma es el conjunto de factores externos que inciden negativamente en la salud y el estado de nuestra piel. Es más, podríamos decir que es como el elenco de villanos de tu peli de superhéroes favorita. Todos ellos parecen empeñados en acelerar el proceso de envejecimiento cutáneo y acabar con la frescura y densidad de tu piel. Y, mientras tanto, sus aliados, los radicales libres, son los encargados de oxidar nuestras células e impedir que funcionen correctamente.
Entre este catálogo de factores externos, el sol es el más nocivo de todos. Ciertamente, la exposición solar desencadena una reacción en cascada que empieza con la agresión directa (la quemadura) y culmina con la modificación de las estructuras cutáneas. Como resultado, una piel que acumula foto-daño presenta un aspecto mucho más tosco e irregular y una densidad mucho menor que la de una piel foto-protegida.
Sin embargo, la cosa no termina con la radiación solar. Cuando hablamos de exposoma, también nos referimos a dieta, tabaquismo, estrés, clima, contaminación y rutina cosmética. Lo bueno que tienen todos estos factores es que, al contrario de lo que ocurre con la predisposición genética, estos son evitables. Es decir, está en nuestras manos prevenirlos y protegernos debidamente para preservar la salud y, en consecuencia, la belleza de nuestra piel.