La dermatitis atópica, el eterno picor

¿Qué es la dermatitis atópica? 

La dermatitis atópica (DA) es una enfermedad inflamatoria de la piel que provoca hipersensibilidad cutánea y muchos quebraderos de cabeza, tanto a quien la padece de forma directa, como a quien acompaña al enfermo. Aparece con frecuencia durante la infancia. De hecho, uno de cada cuatro niños se ven afectados por ella. Por fortuna, con la edad, es común que los síntomas mejoren hasta llegar casi a desaparecer al alcanzar la adultez. Eso sí, las personas que de niños padecieron DA, mantendrán la condición de piel sensible y siempre serán más susceptibles a la irritación cutánea.

La dermatitis atópica cursa en brotes. Esto significa que existen periodos en los que la enfermedad está en fase activa y otros en los que permanece cuan “Bella Durmiente”. Estos periodos de descanso, por llamarlos de alguna manera, no deben llevarnos a bajar la guardia porque, si lo hacemos, los brotes tenderán a hacerse cada vez más frecuentes y graves hasta llegar a cronificarse.

¿Cuáles son las causas de la dermatitis atópica?

No se conoce con exactitud la causa de la DA, pero sí se sabe que en las familias con padres atópicos suele haber más hijos atópicos. Más allá de la genética, hay quien cree que la lactancia materna exclusiva puede proteger al bebé de padecer dermatitis atópica. Lo cierto es, sin embargo, que no existe evidencia científica que valide esta hipótesis.

Cabe destacar que las personas atópicas suelen asociar otros síntomas de atopia como son las alergias a pólenes, el asma, la rinitis y la conjuntivitis. En ocasiones, incluso, pueden presentar alergias alimenticias a los frutos secos, el marisco y las frutas entre otros. En estos casos, mi recomendación es no retirar ningún alimento y mucho menos hacerlo sin seguir una pauta médica. A pesar de lo que muchos creen, la asociación entre nutrición y dermatitis atópica es más un mito que un hecho con respaldo científico.

Decimos que la dermatitis atópica es una enfermedad multifactorial porque realmente no se conoce la causa primera. Pueden darse factores combinados como las mutaciones en la proteína filagrina, alteraciones en la barrera cutánea, cambios en el paso transepidérmico de agua, alteraciones en la microbiota cutánea, reactividad cutánea exagerada ante determinados irritantes externos y alérgenos como el polen, el polvo, la contaminación, etc.

¿Cómo se realiza el diagnóstico?

Como ejemplo de patología inflamatoria que es, la DA tiene un claro componente visual. Por eso decimos que es la clínica la que nos lleva al diagnóstico. No obstante, deben tenerse en cuenta, no solo el tipo de lesiones sino también aspectos como los antecedentes familiares, la presencia de picores, el tiempo de evolución, etc. De la suma de lo que se observa y la historia clínica del paciente se obtiene el diagnóstico de dermatitis atópica.

¿Cómo es la piel del atópico?

La piel de quien padece dermatitis atópica es sensible e hiperactiva. Se inflama con facilidad y termina presentando eczemas en forma de placas cuya localización varía en función de la edad. En los lactantes y niños menores de un año, suele afectar fundamentalmente a la cara y al tronco. Es súper frecuente ver a bebés con las mejillas irritadas y con plaquitas rojizas, inflamadas y descamativas. Sin embargo, en niños algo más mayores, las lesiones suelen localizarse en las flexuras de los brazos y las piernas, en el cuello y los pliegues de la piel que es donde se acumula más sudor.

Además, la DA puede manifestarse en otras áreas como son los labios, los pezones, los párpados y las axilas. A veces también en forma de pequeños granitos (queratosis pilar) en las zonas externas de los brazos y las mejillas. En niños pequeños pueden producirse, además, manchas hipopigmentadas (blanquecinas) en la cara que son más visibles en verano y reciben el nombre de pitiriasis alba.

La piel en las personas atópicas es mucho más sensible y tiene tendencia a secarse. Esto ocurre en gran medida porque la microbiota cutánea de estos pacientes es diferente a la del resto. De ahí la propensión a sufrir infecciones. Evitar la sobreinfección de las placas de eccema es fundamental para romper el bucle de picor-rascado que retroalimenta a la DA.

Agentes irritantes a evitar y hábitos a incorporar

La piel atópica suele irritarse con el roce, la ropa de lana o sintética, con el sudor, con algunas joyas de bisutería, etc. Además, el polvo, la suciedad y el polen ambiental pueden también empeorar la DA. Y ¡qué decir de los cambios bruscos de temperatura y la sequedad!

¡Ah! se me olvidaba. ¿¡Cómo crees que le siente el estrés a este tipo de pieles!? Mal, como a todo el mundo, pero con un añadido. Se sabe que el estrés, más allá del plano psicológico, es capaz de desencadenar un proceso inflamatorio nada deseable si eres atópico. Así que, si este es tu caso, baja de revoluciones y tómatelo con calma.

En cuanto a la estacionalidad de la enfermedad, sabemos que la primavera no suele sentarle bien a las pieles atópicas. Sin embargo, el verano, especialmente en el contexto de la playa, es un momento dulce para los pacientes afectados. Estos pueden tomar el sol siempre que no estén en pleno brote y eviten quemarse. ¡Imagina qué supondría una quemadura solar en una piel ya de por sí sensibilizada!

Claro, controlar todos estos factores no siempre está en nuestras manos. Uno no puede, por ejemplo, dejar de sudar en verano. Lo que sí puede es evitar jugar un partido de fútbol a las 12:00 del medio día a pleno sol. Lo que hay que tener claro son los hábitos que sí conviene incorporar para reducir los síntomas:

La importancia de la hidratación

Lo primero es la hidratación cutánea con cremas específicas. Es muy importante mantener la piel atópica súper hidratada para disminuir el picor de la piel. La piel seca pica y el picor lleva al rascado y el rascado, como hemos dicho antes, empeora el problema hasta el punto de comprometer el descanso nocturno. De ahí que los médicos prefiramos pautar los antihistamínicos por la noche. También puede ser muy útil la toma de melatonina. Facilita la conciliación del sueño e interrumpe el ciclo de picor-rascado.

Existen muchas cremas hidratantes para personas atópicas, debemos elegir aquellas que no contengan perfumes ni urea a alta concentración, porque la urea, aunque hidrata, puede irritar la piel.

Además, hay que tener especial cuidado con las cremas a base de plantas, puesto que muchos atópicos son alérgicos a diferentes pólenes contenidos en ellas. Por muy naturales que sean, pueden producir el efecto contrario al deseado. Otro ejemplo son los aceites esenciales que, por raro que te parezca, también irritan. Entre todos ellos, el aceite de árbol de té se lleva la palma. Si la piel está muy roja e irritada, lo más conveniente es aplicar solo vaselina líquida, puesto que el resto de cremas pueden sensibilizarla aún más  

Es importante evitar la exposición de la piel a sustancias irritantes o que pudieran producir sensibilización cutánea. Por este motivo, deberá evitarse el empleo de toallitas limpiadoras, toallitas higiénicas para el aseo personal y para el cambio de pañal.

Es frecuente que las personas atópicas desarrollen con los años alergias cutáneas a diferentes productos con los que se contacta habitualmente, como los conservantes de algunos cosméticos, el niquel de la bisutería o los acrilatos presentes en los esmaltes de uñas… En la medida de lo posible, los atópicos deben evitar el contacto mantenido y recurrente con estos productos.

El uso de corticoides y otros fármacos en pieles atópicas

Si la DA es leve, habitualmente se emplean tratamientos tópicos, en cremas. Los corticoides de mediana potencia son la base del tratamiento. Existe la creencia errónea de que el uso de corticoides es perjudicial para la salud. Como dermatóloga te digo que no hay que tenerles miedo. Correctamente utilizados, no solo no producen problemas, sino que son de gran utilidad en el control de los brotes de AD. Es preferible utilizar una crema de corticoide tópico durante unas semanas que el rascado constante que puede derivar en una infección cutánea.

Por otra parte, contamos con los inhibidores tópicos de la calcineurina, como tacrólimus y pimecrólimus. Se emplean con éxito siempre que la piel no esté muy roja, puesto que pueden producir una sensación de quemazón durante las primeras aplicaciones. Como tratamiento de mantenimiento (aplicándolos varias veces por semana) es posible disminuir considerablemente el número de brotes.

Si después de todo esto, la DA sigue guerrera, contamos con otra herramienta terapéutica súper eficaz, la fototerapia. El objetivo del tratamiento es disminuir el picor y la inflamación de la piel. El procedimiento consiste en la exposición controlada a luz UVB de Banda Estrecha, totalmente exenta de los efectos secundarios que sí tiene la radiación UVA. La cabina vertical que usamos para tal fin, trata todo el cuerpo de forma simultánea lo cual resulta muy rápido y cómodo para el paciente.

En ocasiones puede ser necesario utilizar tratamientos sistémicos para la DA. En los últimos años se han añadido al arsenal terapéutico, los tratamientos biológicos, que se utilizan cuando los orales clásicos no son suficientes o no pueden utilizarse por alguna causa. Con ellos controlamos el picor muy eficazmente y con muy pocos efectos secundarios.

La cura para la dermatitis atópica

Si has llegado hasta aquí, es probable que padezcas DA. Puede que sea en primera persona o que lo vivas a través de tu hijo/a. Sea como sea, sabes lo mucho que puede llegar a desesperar esta patología. Sabes que convivir con ella, no siempre es fácil. La incomodidad y el picor pueden tener un gran impacto en la capacidad de concentración y de conciliación del sueño. Y cuando esto ocurre, sabes que consecuencias tiene ¿¡verdad!? El ciclo de picor-rascado se perpetúa complicando cada vez más los brotes. Haciendo que las lesiones sean cada vez más grandes y evidentes. Y entonces, el riesgo de sobreinfección se multiplica, fragilizando aún más la piel.

Lo cierto es que no podemos ofrecerte una cura. Sencillamente no existe. Lo que sí podemos ofrecerte es un abordaje cercano de la enfermedad, un plan de tratamiento eficaz y un seguimiento médico que mantenga bajo control los brotes.

No digo que vaya a ser fácil, pero estaremos juntos en el proceso. Tendremos que alternar dos tratamientos, el inicial de choque y el de mantenimiento. Solo así es posible garantizar la mejora sustancial de la calidad de vida del paciente. Gana en salud y tranquilidad yendo al especialista de la piel. No te arrepentirás ¿¡Nos ponemos a ello!?

Dra. Cristina Mauleón

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