Puede que no la conozcas por su nombre científico, pero seguro que, si te digo “sarna”, ya te va sonando un poco más. La escabiosis es el resultado de una infestación de la piel por parte de un ácaro llamado Sarcoptes scabiei. Este parásito humano que lleva entre nosotros más de 2000 año, es en la actualidad el responsable de más de 300 millones de casos de sarna en todo el mundo. Es posible que esta cifra te haya sorprendido. En el imaginario colectivo, la escabiosa es una enfermedad del pasado, pero como ves, su prevalencia desmiente por completo este mito tan generalizado.
La sarna puede afectar a cualquier persona con independencia de su raza, sexo, nacionalidad, edad, clase social y, muy importante, del grado de higiene personal. Destaco este dato para que dejemos de asociar la enfermedad con un determinado estrato social y rompamos así, con el estigma que ésta lleva asociada. En realidad, todos somos candidatos a contraerla.
El ácaro causante penetra en la piel atraído por el calor. Son las hembras las que, tras abrir un canal en la capa más superficial de la piel, depositan sus huevos y deposiciones, segregando durante este proceso, una serie de sustancias que causan reacciones alérgicas y grandes picores. Por la noche, esta incomodidad puede, incluso, imposibilitar la conciliación del sueño. Por otra parte, la sarna no causa fiebre ni tiene memoria. Haberla padecido previamente, no confiere inmunidad.